Cuento de la "superbal"
-MAMÀ: ¿cuanto son cinco pesos?-pregunto el niño. La madre lo miro
extrañada.-
-¡Cinco pesos son;...son cinco pesos...
Había visto en la vidriera de la esquina, entre ositos y tambores, una pelota
de fútbol "SUPERBALL".Sobre ella, una breve inscripción:"$5,-.Era
mas que una inscripción; era un obstáculo.-
¡Cinco pesos! A fuerza de preguntar, llego a enterarse que se necesitaban
cincuenta monedas de diez y cien de cinco, monedas estas, con las cuales tenia
ciertas lejanas relaciones. El y ellas, eran como esos parientes que se visitan
poco y se critican mucho.-
-Mamà: ¿un día vos no me darías cinco pesos?...
-Sí;...cuando sea rica...-respondió la madre mientras seguía
"refregando" en la pileta de lavar.-
Soñaba con esa "SUPERBALL".Le contaba los gajos, la miraba, la
inflaba con su ilusión. Se acercaba tanto al cristal para verla, que la nariz
se le achataba y del otro lado parecía masilla.¡Si tuviera la pelota!.Tendría
que ponerle grasa para que durara mas.¡Que lastima ensuciarla!.-
Sin embargo, era necesario. Luego jugaría con ella. Seria la fuente de donde emanarían
partidos memorables.De mañana temprano, cuando los amigos no lo vieran, jugaría
solo en su casa, practicando y practicando, para saber mas que los demás. Seria
eso, como tener maestra en casa.-
-Mamà: si vos me dieras cinco todos los días...
-Para dártelos, tendría que sobrarme...Y vos sabes que aquí nada sobra, sino
que falta, m"hijito.-
Era buena la madre; hondamente buena. Resignada en su pobreza, luchaba sin
tregua. Ni el cansancio, ni las necesidades impedían que diera a su hijo, una contestación
amable. Si ella tuviera los cinco pesos, correría hasta la esquina, compraría
la pelota y se la pondría, en los desdentados zapatos del pibe, aunque no fuera
Noche de Reyes...
A la mañana temprano, el purrete corría a ver la pelota. Daba los buenos días,
a esa novia que sobre su cara tenia un cartelito, que era su esquive. Apoyaba
la nariz contra el cristal, dejaba una redondelita de huella y volvía a su casa
a contar otra vez, unas monedas que tenia en una vieja cajita. Las venia
juntando y juntando...
¡
Pero que lejos estaba los cinco pesos!Constituìan un horizonte, que se alejaba
a medida que el chico daba un paso para alcanzarlo.-
Una tarde vio a su vecino, el "niño bien" de la cuadra, con la
pelota.No lo quiso creer. Corrió hacia la vidriera de la esquina. Era cierto:
la "SUPERBAL" no estaba. Entonces se le acerco al vecino y le dijo:
-A ver... ¿hace jueguito?- y el otro, con un torpe movimiento, ensayo aquella
jugada. Entonces con profunda amargura, con una voz que tenia agazapada la
protesta, agrego:-Y A VOS QUE NO SABÈS HACER EL JUEGUITO, TE DAN LOS CINCO
PESOS...
Y se fue pensando en la injusticia...